HUMOR EN LA ESCUELA

El libro y el autor no necesitan mayores presentaciones para los uruguayos, ya se ha convertido en un clásico de nuestra literatura. En el extracto que les ofrecemos, pueden apreciarse algunas de las respuestas de los alumnos referidas a la temática carnavalera.

Autor: José María Firpo
– El Carnaval es muy feo. A mí no me gusta porque es muy aburridor. Yo casi nunca voy al tablado. A mí no me gusta esa murga que dice: “¡Oh, señor Colón!. Me gustaría una de los uruguayos campeones.
-La clase de 4° año tiene el gusto y sinceridad de presentar a la murga “Los penados”. Haciendo la presentación:
La, la, ra, ra
aquí vienen los penados
del Carnaval
¡Cin, pum, ta, ta, chin, pum!
Hoy en día
no se puede vivir con el alquiler
ta, ra, ra.
El ómnibus sube a 15
y el café a 4 pesos
ta, ra, ra
Y las mujeres que ahora fuman
que es una barbaridad
si agarran los pantalones
y se van para el café a pedir cigarros
lo único que falta
es que se vistan de hombres
y se vayan a trabajar
Ta, ra, ra, ta, ta, ta, chin, pum, pum.
La retirada
Se van, se van los penados
que alegran el carnaval
se van a conquistar
un nuevo barriooooo
chin, pum, chin, pum
Títulos de las murgas que andan por el barrio:
– Los amantes del fútbol
– Asaltantes con patente
– Anda que te cure Balle porque yo estoy en la calle
– Murga tonta
– Los enchuchados
– La escuela del escándalo
– Los diablos rojos
– Movete negrita
– Maracaná
– Los farabutes
– La Lola está de licencia
– Se cayó la estantería
Nombres de tablados del barrio:
– El cabezudo
– La carnavalera
– El ratón José se va de paseo
– Mata hombres con un palo
– Vienen los negros cumbancheros
– Academia La Bomba
– El último tranvía

Perfil del autor

José María Firpo ha sido, antes que nada, un maestro de escuela. Nació en Paysandú, Uruguay, y se graduó de maestro en 1938. A los 16 años se trasladó a Montevideo donde ejerció en diversas escuelas primarias de varones. Murió el 27 de agosto de 1970, entonces su ciudad natal lo homenajeó dándole su nombre a una escuela rural.
Su labor no terminó en el aula, sino que se extendió a la vida personal de sus alumnos, siguiendo sus pasos, gozando y sufriendo según fuera el azar de cada uno.
Su recopilación de los dichos y escritos de sus alumnos —y de sus padres— son el resultado tanto de la observación como del cariño. Hay en ellos un humor ya surrealista, ya grotesco, pero nunca arbitrario ni ofensivo.
Podríamos decir que es un recopilador de la “sabiduría” infantil.

Fuente: Letrópolis.com.ar

Sobre Humor en la escuela

La idea de recoger lo que Ud. va a leer fue sugerida allá por 1945 o 1946, quizá por Adolfo, un chico a quien todos decían “el jefe”, quien, necesitado de cortar un trozo de varilla de unos 8 o 10 cm. en dos partes, trajo de su casa una sierra de más de un metro de largo, que debía ser manejada entre dos; o por un colega que, leyendo la nómina que circuló por las aulas un día, en la que figuraban los muchachos que no habían tenido inasistencias en el mes anterior, anotó debajo: “Debían ponerlos a todos en penitencia”; o por Sergio C., quien increíblemente hacía buena caligrafía en sus trabajos, no cuando escribía sobre su mesa, sino cuando los apoyaba en la pared, y él escribía parado; o por Emilio R., que en las horas de recreo se detenía a mirar una jaula grande, vacía, que ignoro por qué, estaba hacía tiempo en el patio; hasta que cierto día me dijo: —”¡Cómo me gustaría estar ahí adentro, maestro!”
Leerá Ud. aquí lo que se oye, se escribe, se ve, o, en una palabra, se vive en la escuela. A este recopilador se le dio por el humor, y éste es el resultado. La selección es variadísima, como puede verse, pero es sólo una parte de lo que posee. Va sin decir que en muy contados casos recuerdo el nombre del autor de cada trozo.
Este material ha circulado durante años en nuestro medio, y yo he llegado a verlo en hojas mimeografiadas, que me han alcanzado con la advertencia: “¡Mira, vos que sos maestro! Lee esto, a ver si te gusta.”
¿Y el que reunió este material, quién es? Un maestro que ama muchas cosas: la escuela; los niños; el pueblo en que nació y vivió, Piñera; un buen mate; sus amigos. Un maestro que ama su profesión, en la que pudo haber hecho mejor las cosas; que conoció mucha gente y muchos lugares; y que todavía cree que en cualquier instante pasarán corriendo delante de él, vestidos de blanco, con moña azul, y jugando a cualquier juego, Atilio, José Luis, Amparo, Rallis, Luisita, “Jota jota”, Daniel, Mirta, Queta, Rodolfo, Wiison, Silvia, Emilio, Alicia, Adolfo, Neo, Olivo, Leodilia, Salomón, Vladimir, Armando, Mónica, Alejandro… Un maestro, en fin, que posee un fichero con los nombres de cerca de 4000 alumnos que tuvo, y las fotografías de todas las clases con las que trabajó en sus treinta años de actividad escolar.

Autor: José María Firpo Álvarez
Fuente: espaciolatino.com

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