CORONACIÓN DE LOS REYES CONGO, OBRA DE RUBEN GALLOZA

En la época colonial, en las conmemoraciones de San Baltasar, los 6 de enero, las Salas de Nación lucían toda la pompa que era posible. Según el historiador Agustín Beraza, se “bailaban tangos, chinchiría, chindá, tam tam, hasta la puesta del sol”.

Fuente: Revista del Día del Patrimonio

Los “tíos” lucían casacas, levitas, corbatines, bicornios o galeras altas, y las negras, sus vestidos, pollerones, cinturones, collares, sombrillas, de variados colores. Cada sala tenía su trono con dosel y cortinajes, y el altar de San Antonio
o San Baltasar. En la puerta, en un platillo se recibían las ofrendas de los asistentes, bajo la custodia del “capitán, guardián de la puerta y de la colecta”. Un suculento “banquete” y libaciones de “chicha”, caña de La Habana y el famoso guindado oriental preparaban los ánimos para el candombe que seguía a continuación. En los tronos aparecían sentados con grave actitud los Reyes, con sus charreteras en los hombros, las casacas con galones, pantalón blanco y faja negra y a su lado las Reinas, que unían a su rango, el prestigio de
ser, por ejemplo, la mejor pastelera de Montevideo, rodeados todos por las princesas y camareras que atendían el ceremonial. Terminada la celebración se dirigían en corporación y por naciones, a la residencia de las autoridades. Luego de 1830, a la del Presidente de la República, quien los recibía rodeado de sus edecanes. También visitaban a los Ministros, al Vicario Eclesiástico y a jefes militares. Las Salas de Nación se mantuvieron hasta comienzos del siglo XX.

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *