La humorada más divertida del mundo

Me senté frente a la pantalla en blanco una vez más. Los días se hacían largos, las noches cortas y viceversa. Nada, ni un chiste. Revisé las viejas “Condorito”, ya habían sido saqueadas en años anteriores. Incluso me llevaron a preguntarme “¿cómo me gustaba tanto esta porquería?”. Cedí a la tentación de poner “Los mejores chistes” en Google… Si esos eran los mejores, no quiero no saber los malos. En Internet no hay humor bueno, en el mundo no lo hay. No hay género más complicado. Estaba a punto de llamar al director y confesárselo. No puedo escribir para Humoristas. No me hace gracia nada. Pero no me resignaba. Otros años lo había hecho. Miré videos de Youtube. Nada, ni una sonrisa. Lo intenté con el cine. Chaplin, Los hermanos Marx, Monty Pyton. Busqué algo más local: Porcel y Olmedo, capítulos viejos de Telecataplum. Una voz maligna me decía “Esto tiene menos gracia que…” No se me ocurría. “¿Sabes cómo le dicen…?”. Probé otros caminos. Chistes políticos, fácil, un año ideal para hacer leña con Sendic, el hijo del Cuqui, el Guapo, el hijo de Bordaberry… imposible… no se me ocurría nada más ridículo que ellos en sí mismos. En vez de reírme terminé caliente e imaginé esa reacción en el jurado.

El jurado. Esa es la clave. Miré los concursos anteriores: Los tengo todos. “Los Favios”, apostaban al capo cómico. “La escuelita del crimen”, la creatividad de los muñecos, el dúo de la maestra y el alumno. “Los Bubys”, una ametralladora de chistes y situaciones cómicas. Usamos sus armas para vencerlos, fue como en el “jiujitsu” (o el aikido, siempre me los confundo). “S.A.”, lo de ellos no lo puede hacer nadie. ¿Gente de ciudad con manos grandes?… No creo que el director quiera. Fue entonces cuando comenzó la condena de los “Eso ya se hizo”. (La humorada de los juguetes, de las calles, de las comidas, de los perros, de los gatos, de la farmacia/panadería/hospital/hotel, de los árboles, de los viajes…) “¿Y este quién es?” le llamábamos nosotros. “Bua, bua. ¿y este quién es? El sauce llorón ¿y cómo es él? ¿Y este quién es? Perales… y todo así.

Hay que hacer algo nuevo. ¿Qué se usa ahora?: Ametralladora de chistes y situaciones cómicas… me doy por vencido. Apago la computadora.

El café se enfrió. Miro entre mis libros. Me llama la atención uno muy viejo. Huele a humedad.
“El humor”, dice en letras plateadas. No recordaba tenerlo. De hecho, estoy seguro que era la primera vez que lo veía. Las primeras páginas están en blanco. Encuentro por el medio una frase. Tiene letras diminutas. Busco una lupa. Leo: “Poner algo o alguien en donde no va”.

Sonreí. Es cierto, eso es el humor. Fue una iluminación. Por eso los humoristas cada vez me daban menos gracia. Porque se suponía que eso hacían. ¿Cuál fue la última vez que lloré de la risa en un tablado? Claramente, cuando al presentador se le cayeron los dientes postizos, los escupió a la platea, y todo el mundo (incluso él) estuvo media hora reventados de las carcajadas. Nada de eso debía haber pasado. Fue imprevisible, sorpresivo, ridículo pero nada agresivo. Inesperado. Y otra cosa. No era un tipo cualquiera. Era el que todas las noches, con aire solemne, presentaba a los conjuntos, decía el bingo o anunciaba las ofertas de panchos y churros. Y de golpe, como si hubiera preparado el chiste durante años, sube al escenario y de un estornudo… una maravilla. Parecía lógico. Un clásico. Tentarse de a risa en una iglesia, en un velorio. Reírse cuando no se puede. En los lugares prohibidos. Reírse donde no va.

¿Podrán hacer eso unos humoristas? Se me ocurrió una idea disparatada. En los Humoristas (la categoría más difícil para escribir; no hay de que agarrarse para empezar, una idea que parodiar), casi no hay tiempo para homenajes o reflexiones, ni espacio para mensajes. Se busca la risa. La preparación de los chistes y situaciones es mínima. La cosa es rematar, uno tras otro. “Son huevaditas que suman”, decía uno que al chiste le mechaba chistes. Pero ¿qué pasaría si durante todo el rato se preparara un chiste? Uno sólo, único e inesperado. Se abre el telón y comienza algo solemne, serio y de golpe “plaf”, un tortazo. Al final. Sabía lo que me dirían. El concurso, los abonados. Pensé incluso la tragedia que sería en los tablados, cuando sólo comprenderían el chiste si se hacía la segunda parte, la que contenía el espectacular remate. Los humoristas, hacen reír. De principio a fin, dirán.

Tomé un poco de agua. Miré mi sombra.

Entonces los supe. Se anuncia al conjunto. Se abre el telón. Todos esperan a los humoristas que nos harán reír todo el rato. Estarán allí para eso. Nada de sorpresa. Cómico y previsible, para eso son humoristas. Pero este año será distinto. Se abre el telón y los Humoristas no están. Estarán en sus casas, entre el público, en otros conjuntos. No habrá chiste alguno. No será necesario. Al director le parecerá buena idea, sobre todo porque no gastará en vestuario, ni en escenografía, ni en nada. La ausencia no tiene valor y a la vez no hay nada más valioso.

No hay humoristas. Iban a estar allí, pero no.

Es muy gracioso, no me digan que no.

Joaquín DHoldan

 

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3 Respuestas

  1. El Mojarra del Buceo dice:

    Querido D’ Holdan: Ya se hizo. “Murga La…”

    • pepe corvina dice:

      murga la era un cuplet de la falta..en humoristas nunca se hizo de verad no presentarse..en todo caso no sabemos si le gustó o no

  2. pepe corvina dice:

    murga no es humorista

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