CÁDIZ EN LA HABANA, QUE ES MONTEVIDEO

Cádiz, La Habana, Montevideo y un común denominador: Carnaval. Pinceladas que retratan el espíritu de esta fiesta y que realzan las semejanzas entre estas tres ciudades.

Autor: Joaquín Doldán

La Habana es parecida a Montevideo. Montevideo es similar a Cádiz. Desde la rambla, el malecón y el paseo marítimo, en cualquiera de las tres ciudades tuve un reflejo, un recuerdo de esos que hacen afirmar que el tiempo y el espacio son medidas necesarias para no enloquecer nuestras sensaciones, pero que no existen.
En las tres ciudades escuché el ruido del mar; en las tres, las olas se mezclaron con ruidos de tambores. Los gaditanos son los andaluces más graciosos, y su ciudad gira en torno a febrero y su carnaval. La fiesta pagana más larga del mundo. A mediados de enero comienzan a disfrazarse las primeras chirigotas, comienzan a cantar los coros, se afinan las guitarras de las comparsas, actúan los primeros cuartetos. Luego viene el concurso oficial, actúan en el Falla ante un jurado, gana uno por categoría, y muchas veces ese juicio no coincide con el gusto del público. Hay personajes populares, algunos dan un salto a la fama y terminan actuando o haciendo guiones para la televisión. Cada año los grupos cambian de nombre, se identifican con su espectáculo, no con su título. Usan canciones populares, tienen un humor simple, de barrio. La esencia es la crítica, la independencia, ser la voz de los que no tienen voz.
Así también es el carnaval de Montevideo. Desde “La gaditana que se va”, las murgas son eso y más. Una fiesta del pueblo.
En La Habana me puse unos auriculares y escuché una comparsa uruguaya tocando tambores, haciendo temblar el lugar. Cerca, seguían tronando tambores cubanos. “ La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero”, dice una canción popular española.
James Bond 007, filmó escenas de acción en el sur de España, simulando estar en la capital de la isla. Sony Crocket en Miami Vice, también simulaba estar en Cuba, bailando en plena rambla del Parque Rodó, al lado del teatro de verano donde en febrero las comparsas, las murgas y el resto de los conjuntos de carnaval se disfrazan, cantan, afinan y actúan ; son la voz de los que no tienen voz. Es una fiesta pagana, la más larga del mundo.
Ahí estaba, sentado mirando el malecón. Formando parte del paisaje que buscan en otras ciudades. Cádiz tiene uno de los mayores índices de desocupación de Europa. La Habana y Montevideo comparten una decadencia propia de ciudades pobres y bloqueadas. Son tres ciudades duras y tiernas, donde el son, el candombe y el flamenco, son cantados por razas perseguidas y castigadas.
Los habaneros son los latinos más graciosos, y su ciudad no necesita a Dios.
Los montevideanos somos más paganos de lo que creemos, y más graciosos de lo que demostramos.
Ese febrero tuve un gran carnaval, el primero que disfrutaba desde que no vivo en Montevideo. Recorrí las calles de Cádiz con un amigo cubano, explicándole el carnaval. Pero no fuimos al teatro Falla, disfrutamos las “chirigotas ilegales”. Las que actúan en las esquinas, los grupos de amigos que se disfrazan, cantan y critican, los que hacen reír a la gente que pasa y se agrupa a su alrededor; lo único que Montevideo le debería envidiar a Cádiz, lo que más necesita La Habana.
También estuve en Montevideo, era diciembre y los grupos ensayaban, fui con un grupo de amigos a recorrer clubes. Mientras escuchábamos los grupos cantar, afinar y criticar, les expuse mi teoría sobre las tres ciudades: Son tres pero son una misma cosa. Es como una ciudad que tiene tres partes, tres corazones, la paganísima trinidad de Momo. Cada una está en una punta del Atlántico, son el verdadero triángulo donde se pierden los navegantes. Y eso somos algunos carnavaleros que hemos emigrado: náufragos atrapados en una dimensión extraña, que solo adquiere sentido cuando escuchamos el sonido del mar afinando contra nuestras ciudades.

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