CARNAVAL

La estilizada pluma de uno de los grandes del periodismo nacional, quien también supo engalanar el equipo periodístico de Carnaval del Futuro durante cuatro temporadas. La presente nota fue publicada por el diario El País, el 28 de febrero de 1999.

Autor: Nelson Domínguez “Guruyense”
Un coro de duendes le gana al silencio cuando se apagan las luces en el mítico teatro

—“Por candilejas, estrellas/ telón de viento/ boca de mueca sin tiempo/ unción ritual/ Un coro afina en tu foro/ y el río suma/ su contracanto de
espuma/ con voz de sal….”
En esos versos siempre recordados del popular “Doble Filo” —pertenecientes a una de sus clásicas retiradas para “Asaltantes con Patente”— el mágico escenario de las canteras del Parque Rodó reafirmó con el valor de las cosas del corazón su bien ganada imagen de legendario “Templo de Momo”.
Y tenía razón Carlitos Soto en su vuelo lírico, ya que en el entorno del Teatro de Verano “Ramón Collazo” siempre hay un coro que afina en su foro más allá, incluso, de cada mágico febrero en que el Carnaval arrima un efímero reinado de alegría compartida, sátira, humor, bullicio, despliegue, luz, color y eternas quimeras de pueblo.

Sin duda para darle razón a otro fino poeta de Momo, Jorge Velázquez, cuando precisamente este año, en la introducción a la despedida murguera de “La Margarita”, lanza la interrogante que llega al alma por su fina ternura: —“Dicen que cada noche, cuando termina la etapa y se cierra el telón, el escenario se sume en silencio. Los asientos quedan vacíos y sólo se escucha un pequeñísimo rumor. Maravillosa mezcla de sonidos del mar, el viento y algún pájaro trasnochador. Dicen ….¿pero quien puede asegurarlo….?”. Y allí reside, precisamente, el embrujo clave del viejo Teatro de Verano.
Ese hálito de poesía, de vivencias entrañables, de nombres famosos y de quienes recién inician la trilla con la máxima fiesta popular del país.
De un collar casi inapresable de anécdotas para el recuerdo, al influjo de agrupaciones e individualidades que hicieron —y continúan en esa forja— la gran historia popular del Carnaval fraterno.
Las caras pintadas con los colores de la ilusión y el canto a toda voz de la murga, perenne mensajera de la crónica oral del año bajo la óptica de la sátira y el gracejo, de esa picaresca bien de barrio y de la crítica que es inalienable a su propia esencia.
El fragor de la comparsería, a cálida lonja y madera, y el grotesco de los parodistas que cada vez más decantan su propuesta, a la manera de gran espectáculo.
El ingenio de los humoristas, como chispeante afiche esquinero, y la creatividad de las revistas que apuestan año a año a emular en sus concepciones artísticas a los grandes espectáculos internacionales de ese género.
Figuras queridas, algunas de ellas lindantes con la leyenda popular, que ya partieron en el viaje sin retorno y otras muchas que siguen al firme en su sendero indeclinable, como modelo para las nuevas generaciones.
La risa y la reflexión, los ojos que dibujan una expresión admirativa, el brillo de las voces que le cantan a la propia vida, el júbilo colectivo y los aplausos largos y, también, esa inevitable melancolía que asoma cuando el travieso Dios Momo se apresta a emprender la retirada, dejando entrever su perfil zumbón por una esquina sin tiempo.
La indeclinable magia carnavalera, en suma, y ese Teatro de Verano —fiel compañero de su vecino majestuoso, el río como mar— que es todo un emblema fraterno, al que sólo conociéndolo a fondo, con sus códigos y pautas no escritas, pero inquebrantables, se le llega a descubrir el alma.
Una noche cualquiera de estas, como antes, como siempre, en el “Ramón Collazo” el público se aleja entre infaltables comentarios, el silencio empieza a darle codillo al rumor de colmena, se apagan las luces y empieza, entonces, esa otra ronda eterna de los fantasmas de Momo, que le ganan al tiempo y a las distancias. Tal vez en ese momento, cobran más vigencia que nunca los inspirados versos murgueros del “Flaco” Lamolle, que su conjunto, “La Gran Siete”, desgrana al viento en este Carnaval:
—“Noche, noche,/ las estrellas nos oyen cantar/
lejos, lejos/ brillantina que cae sobre el mar/ Murga, murga/ sus colores no
se adónde van/ en invierno/ cuando vuelve a ser gris Uruguay/ Los murguistas
de rostro lavado/ tranquilamente/ van por ahí disfrazados de gente/ desocupados …..”.

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2 Respuestas

  1. RODOLFO LARES dice:

    NECESITO SABER SI -CARLOS SOTO – DOBLEFILO , ERA ARGENTINO O URUGUAYO Y SABER LUGAR DE NACIMIENTO . GRACIAS

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