LA HISTORIA DE LA MURGA
La murga es la manifestación artística más íntimamente ligada al corazón de los uruguayos.
La protesta punzante, la sátira, la jocosidad y la ironía son los pilares en los que se sustenta la murga. Desde su génesis se caracterizó por su crítica sin mordazas, por sus acertadas caricaturas de la sociedad y de los personajes del quehacer político. Incluso en períodos dictatoriales que vivió nuestro país, las murgas se ingeniaron para deslizar entre líneas -desafiando a la censura- su mensaje de fe y de esperanza, interpretando el sentir de nuestra gente. Producto de esa consubstanciación, es la fidelidad de sus adeptos, que memorizan sus estrofas y las entonan “a pleno pulmón” en cuanta ocasión se presenta.
Cada barrio tiene “su murga”, la cual ensaya en un club o en las puertas de un bar de la zona. Allí confluyen en las noches veraniegas, las familias enteras –portando, como es tradicional, a sus dos compañeros inseparables: el termo y el mate- que testimonian, de dicha manera, su incondicional apoyo a la agrupación, comprometiéndose a seguirla por su periplo montevideano.
LAS MURGAS PIONERAS
La expresión murguera tuvo su cuna en España. La pionera en suelo oriental se conoció en 1908. Su título era “Gaditana que se va” e integraba el repertorio ofrecido por la Compañía de Zarzuelas dirigida por Diego Muñoz, la sala que los cobijó fue el “Parque Hotel” y la respuesta del público era una cerrada ovación cada noche. Tanta gente acudía que en cierta ocasión casi provoca una tragedia, cuando uno de los balcones se derrumbó al no poder soportar tanto peso.
En 1909, un grupo de máscaras sueltas liderado por Ernesto Guerín decidió parodiar a esa murga: la gracia desbordante de esos “locos lindos” despertó la simpatía de los montevideanos e inmediatamente los convirtió en uno de sus favoritos. En el desfile de Carnaval realizado en la zona del Parque Urbano (hoy Rodó) obtuvieron un premio de $ 10.00 (el dólar se cotizaba en el mercado cambiario de aquel entonces a $ 0.97, aunque parezca mentira). Otros premios obtenidos en ese año fueron el de la originalidad en el escenario ubicado en Nueva York y Magallanes, 1 libra por su música en el tablado erigido en Defensa y Carapé, una mención especial por su música en el tablado de Villa Muñoz y un segundo premio al canto en el escenario Libertad, sito en Justicia e Independencia.
De esta forma nació un bastión de nuestras carnestolendas. El ejemplo de “Gaditana que se va” fue seguido por muchos otros que adoptaron títulos plenos de gracia e ingenio como “Don Bochinche y Compañía”, “Fórmale el cuento a la Vieja”, “Tirame la punta del naso”, “Domadores de suegras”, “Salimos por no quedarnos en casa”, “Los peludos terribles”, “Amantes al salamín”, “Escuela de tiburones” o “Asaltantes con Patente”, por citar algunos.
Aquellas pioneras estaban conformadas por seis o siete integrantes que se movían frenéticamente, disfrazados y con sus rostros embadurnados, entonaban melodías que causaban furor en dicha época, sustituyendo sus letras originales por otras de tono picaresco, utilizando como acompañamiento instrumentos de viento, fabricados con cartón.
LA EVOLUCION DE LA MURGA
La murga fue evolucionando y fue reconocida como una nueva categoría en 1917.
El número de componentes fue creciendo -hoy ronda la veintena[i]– y fueron sustituidos aquellos instrumentos primitivos -que demandaban un gran esfuerzo de los artistas- por el bombo, el platillo y el redoblante. Tal innovación fue obra de José Ministeri -célebre por su mote de “Pepino”- una figura señera de la historia del Carnaval, un mito eternamente ligado a sus legendarios “Patos Cabreros”. “Pepino” también impuso la vestimenta del director (ataviado con un elegante frac, levita y… ¡zapatillas!) bailando alegremente al son de la batería, mientras su batuta trazaba piruetas en el aire.
Otro de los innovadores fue Domingo Espert, bautizado como “El Loco Pamento” junto a “Los Saltimbanquis” adicionó la mímica, el maquillaje artístico y la presentación hablada de las murgas.
“Araca la Cana” también marcó un cambio trascendente para la categoría y para el Carnaval, en general. Hasta su irrupción en el reinado de Momo era habitual que los conjuntos subieran a los tablados y escenarios y realizaran su actuación de frente al jurado y… ¡de espaldas al público! Parece extraño pero, era así. Los integrantes del Jurado se sentaban cómodamente contra el fondo o telón del escenario y luego subía el conjunto para actuar ante ellos, “Araca la Cana” rompió la tradición y decidió cantar “de cara al público” y de “espaldas al jurado”, surgiendo a partir de ese instante la leyenda de sus constantes enfrentamientos con los encargados de impartir la justicia.
En los años cincuenta “Curtidores de Hongos” reflotó los instrumentos de viento y los adicionó al bombo, platillo y redoblante, mejorando sensiblemente el espectáculo, aunque su ejemplo no tuvo mayores adeptos y, finalmente, los abandonó.
En 1969, José “Pepe Veneno” Alanís concibió a “La Soberana” quien aportó a la murga la coreografía y un cuidado movimiento escénico, abriendo un nuevo surco, el cual sería transitado por los restantes conjuntos, también se preocupó por lograr una perfecta vocalización que permitiera un correcto entendimiento de los versos entonados por el coro.
En los años ochenta nació una corriente denominada “Canto Popular” que da impulsos renovados a la murga. Al influjo de la moda aparecieron títulos de gran arraigo popular como “Reina de la Teja” y “Falta y Resto” y se revitalizaron otros como “Araca la Cana” y “Los Diablos Verdes”, quienes prolongaron sus actuaciones a los doce meses del año, trascendiendo las fronteras del Carnaval.
Mientras esto sucedía, otras murgas se identificaban con una zona geográfica “La Unión”, que más que un barrio es un sentimiento o una concepción de lo que debe ser la murga: “Los Saltimbanquis”, “Los Arlequines”, “La Milonga Nacional”, “La Nueva Milonga”, “Don Timoteo”, son algunos de los nombres que obedecían a esa filosofía.
En los últimos años dos murgas han dejado su impronta. La ya citada “Falta y Resto”, con su sorprendente y fascinante despliegue escénico y una nueva propuesta con libretos muy inspirados, desbordantes de originalidad. El otro nombre, “Antimurga B C G”, con una concepción diferente de lo que debe ser el espectáculo murguero, apostando a la “locura generalizada”, a la participación del público y a la diversión sin pausa, bajando del escenario, retomando los instrumentos de viento, reencontrándose con el espíritu de las murgas pioneras y desatando polémicas, aunque su ejemplo ya ha encontrado infinidad de adeptos.
Los últimos años del siglo XX y el comienzo del nuevo siglo ha tenido a dos grandes protagonistas, los cuales se han alternado en la conquista de los primeros premios y, en cierta forma, polarizan al público. Nos referimos a “Los Diablos Verdes” y “Contrafarsa”. Son las que poseen mayor poder de convocatoria y cada una de sus presentaciones son seguidas con mucho entusiasmo, incluso con cánticos de la hinchada, al mejor estilo de las barras bravas del fútbol. Ambas están emparentadas en la calidad del espectáculo, cuidando hasta el más mínimo detalle y sustentadas en formidables coros, una atildada puesta en escena, vestuarios y maquillajes vistosos y letras muy inspiradas, “Los Diablos” poniendo más énfasis en la crítica política y “La Contra” en la temática social.
Un capítulo aparte lo constituye la llegada de la murga joven al Carnaval profesional. La pionera fue La Mojigata, con un estilo desfachatado y avasallante; a ella, le siguieron Demimurga y Los Cachila, aunque no llegaron a una consolidación definitiva. En el 2003, Agarrate Catalina se consagra como una de las murgas vencedoras del Encuentro de Murga Joven y acepta el desafío de participar en las Pruebas de Admisión, clasificando en esa instancia y luego, en base a su propuesta fresca y espontánea logra acceder a la Liguilla, hecho que reitera en el 2004, primer premio en el Carnaval de Invierno de ese año, en donde es ungida vencedora –entre todas las categorías-mediante voto popular y después de eso, siguió dando que hablar, con dos primeros premios consecutivos alcanzados en el 2005 y 2006. En el 2005 se suma fue Queso Magro, con un estilo muy particular: Del primer al último minuto se juegan por las risas y, ya en su primer año, dieron muestra de su talento y en el 2006 no sólo logró la inscripción a la liguilla, sino que el jurado le otorgó reconocimientos como el mejor libreto murguero, el mejor cuplé y al mejor director escénicos, mientras que en los escenarios barriales se transformó en una de las predilectas como lo atestiguó el número de contrataciones. Posteriormente, se le sumaron otros títulos que siguieron el ejemplo de sus precesoras con un aporte muy valioso para la categoría, claro ejemplo de ello fueron Cayó la Cabra, Metele que son Pasteles, La Lunática, La Venganza de los Utileros y Doña Bastarda.
Enrique Filgueiras
Primeros Premios
1910 Gaditana que se Va
1911 Los Seis Ambulantes
1912 La Internacional
1917 Declarado desierto
1919 Don Bochinche y Cía.
1920 Excéntricos Musicales
1921 Don Bochinche y Cía.
1922 Curtidores de Hongos
1923 Curtidores de Hongos
1924 Curtidores de Hongos
1925 Curtidores de Hongos
1926 Patos Cabreros
1927 Curtidores de Hongos y Patos Cabreros (compartido)
1928 Patos Cabreros
1929 Patos Cabreros
1930 Patos Cabreros
1931 La Gran Muñeca
1932 Los Saltimbanquis
1933 Patos Cabreros
1934 Curtidores de Hongos y Patos Cabreros (compartido)
1935 Asaltantes con Patente, Curtidores de Hongos y Patos Cabreros (compartido)
1936 Los Saltimbanquis
1937 Asaltantes con Patente y Patos Cabreros (compartido)
1938 Dos en uno (fusión de Patos Cabreros y Asaltantes con Patente) y Los Saltimbanquis (compartido)
1939 La Milonga Nacional
1940 Asaltantes con Patente
1941 Curtidores de Diablos
1942 Los Diablos y Nos Obligan a Salir (compartido)
1943 Asaltantes con Patente
1944 Los Saltimbanquis y Patos Cabreros (compartido)
1945 Asaltantes con Patente
1946 Patos Cabreros
1947 Asaltantes con Patente
1948 Araca la Cana
1949 Amantes al Engrudo
1950 Curtidores de Hongos
1951 Curtidores de Hongos
1952 La Milonga Nacional
1953 Patos Cabreros
1954 Patos Cabreros
1955 Los Nuevos Saltimbanquis
1956 Patos Cabreros
1957 Curtidores de Hongos
1958 Asaltantes con Patente
1959 Los Diablos Verdes
1960 Curtidores de Hongos
1961 Los Diablos Verdes
1962 Asaltantes con Patente y Las Cuarenta (compartido)
1963 Don Timoteo
1964 Asaltantes con Patente
1965 Los Diablos Verdes
1966 Don Timoteo
1967 Los Nuevos Saltimbanquis
1968 La Milonga Nacional
1969 Araca la Cana
1970 La Soberana
1971 Patos Cabreros
1972 La Milonga Nacional
1973 Asaltantes con Patente
1974 Don Timoteo
1975 Los Saltimbanquis
1976 Curtidores de Hongos
1977 Los Nuevos Saltimbanquis
1978 La Gran Clásica
1979 La Gran Clásica
1980 La Milonga Nacional
1981 Los Diablos Verdes, Los Nuevos Saltimbanquis y Los Saltimbanquis (compartido)
1982 La Milonga Nacional
1983 Los Saltimbanquis
1984 Los Saltimbanquis
1985 La Nueva Milonga, Los Arlequines y Los Saltimbanquis (compartido)
1986 Don Timoteo
1987 La Bohemia
1988 Falta y Resto
1989 Falta y Resto y Los Saltimbanquis (compartido)
1990 Los Saltimbanquis
1991 Contrafarsa
1992 La Gran Muñeca
1993 Los Arlequines
1994 La Reina de la Teja y Los Arlequines (compartido)
1995 Los Arlequines y Los Saltimbanquis (compartido)
1996 La Gran Muñeca
1997 Araca la Cana
1998 Contrafarsa
1999 LosDiablos Verdes
2000 Contrafarsa
2001 Los Diablos Verdes
2002 Contrafarsa
2003 Los Diablos Verdes
2004 Curtidores de Hongos
2005 Agarrate Catalina
2006 Agarrate Catalina
2007 Asaltantes con Patente
2008 Agarrate Catalina
2009 A Contramano
2010 A Contramano
2011 Agarrate Catalina
2012 La Trasnochada
2013 Asaltantes con Patente
2014 Don Timoteo
2015 Patos Cabreros
2016 La Gran Muñeca
2017 Don Timoteo
2018 Los Saltimbanquis
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[1] En el Concurso Oficial el número de componentes autorizado es de 14 a 17 integrantes, aunque en sus presentaciones en otros escenarios usualmente se utiliza un número mayor.
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